En su oscuridad se alberga mi melancolía,
Y me recuerda un pasado en el que disfruté del insomnio y las caricias lejanas.
No hacía falta café para estar despierta,
Pues, en los sonidos de la noche se encontraba mi goce,
Y yo solo podía dejarme llevar,
En medio de cuatro paredes y el ruido de los grillos la distancia era solo números en la cual el tiempo se eternizaba y me hacía soñar, soñar.
Mantenía mis ojos llenos de placer,
Mis pensamientos llenos de deseos y mi piel erizada con el recuerdo de las letras que formaban la poesía de mi diario vivir.
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