Wednesday, February 1, 2017

Una carta de Juan David para mí

Luego de un profundo sueño logré desperar con un deseo que coordinaba entre mis pensamientos y mis emociones, el día anterior había planeado visitar viejas amistades en Barranquilla, amistades que por cosas de la vida se convierten en hermandades, al parecer tenía claro que ese sería mi destino, pero la realidad fue otra, así que decidí mirar otros horizontes, la fortuna de tener un destino y nada más que las ganas y el necesario deseo de viajar y salir de la rutina hicieron que cada segundo y experiencia valiera la pena.
Con una llamada confirmé mi destino: La perla de América. Que como el origen de una perla misma, como un grano de arena dotado de la paciencia del universo ha logrado crecer y poco a poco exhibir su belleza, con sus brazos abiertos, cual madre tierra recibe a propios y visitantes, dándoles la misma oportunidad de agotar su existencia en ella.
El sol ya en lo más alto del cielo atestiguó un encuentro que se postergó por cerca de 10 meses, siempre pensé que las mejores cosas vienen sin manual ni planes, porque se nos da la oportunidad de construir nuestra propia experiencia.
Con una llamada confirmé su presencia, por la ventana la observé, ahí estaba, un look intelectual, ni al alta ni baja, con una silueta que su ropa holgada escondía y que para ese momento se negaba presumir, el color de su piel es único, casi que conspirado para lograr sin proponérselo, cautivar a quien consiga notarlo, un abrazo selló el reencuentro y lo atestiguó un vídeo, propio de estas épocas y del consumismo de nuestra sociedad.
Luego se me permitió conocer el origen de tan preciado ser, la aventura comenzaba. Nos desplazamos hacia su morada; una montaña nos esperaba. Literalmente, fue así que llegamos, nos recibió una amable señora dotada de una mirada profunda, de esas que logras leer con solo mirarla, ahí y solo ahí entendí la esencia misma de María Alexandr, y eso enriquece esta aventura, más que conocer Santa Marta, ciudad cautivadora, yo quería conocer a María, y qué mejor forma que desde sus entrañas.
Sería incansable escribir cada momento y sentimiento vivido, esos los reservo en mi corazón, sirven de combustible para mi alma (mente, voluntad y emoción) eso conforma nuestra alma, es lo que a diario más incita a vivir.
Conocer a tu familia fue un regalo que la vida misma me dio, de cada uno adquirió algo, de todos aprendí, a todos observé y contribuyeron en mi crecer, hasta Kevin y Pola. Eres una de las pocas personas que en muchos aspectos me es imposible predecir, lo que sí me es posible afirmar es que tu éxito es garantizado, el amor a tu profesión y el constante trabajo lograron que como la perla que pasó de ser un diminuto grano de arena a ser una bella joya. Todo conseguido por esfuerzo propio, constancia y trabajo para al final brillar por su esencia misma.

ERES GRANDE María Alexandra Viloria Pérez,

Att:
David Giacometto,
Valledupar - 8 de noviembre de 2016.

PDTA; Nuevamente esto no lo planeé, simplemente la oportunidad se dio, mil gracias. Disculpa mis fallas ortográficas.

"No hay problema que supere el hecho de estar vivos"


*Juan Davidi dio permiso para transcribir la carta que me envió.
**La carta está escrita tal cual ha sido recibida, con algunos excepciones en palabras que no tenían la tilde en el texto original.